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La Acción Diferida para los Llegados en la Infancia o DACA (por sus siglas en inglés) concede a los inmigrantes indocumentados que fueron traídos a EE. UU. de niños una protección temporal contra la deportación y les permite trabajar legalmente. Normalmente, los beneficiarios de DACA no pueden viajar al extranjero, ya que de lo contrario pondrían en peligro esas protecciones, pero en el Valle del Río Colorado, algunos titulares de DACA están aprovechando un permiso federal que les permite viajar internacionalmente por motivos laborales, educativos o humanitarios. Luz Galaviz es maestra de tercer grado en Rifle y nació en México. Obtuvo el permiso anticipado para viajar a Ciudad de México en mayo con la organización latina sin ánimo de lucro Voces Unidas como parte de su Programa de Educación y Defensa de Líderes Cívicos (CLEAP). Regresar a México era a la vez emotivo y arriesgado. La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos, que inspecciona a los viajeros internacionales en los aeropuertos, puede denegar la entrada a los beneficiarios del DACA, incluso con la documentación adecuada. Halle Zander elaboró la siguiente historia sobre las experiencias de Galaviz cuando era niña y llegó por primera vez al valle del río Colorado, y por qué, años después, se lanzó a un viaje a México que podría poner en riesgo sus protecciones de deportación. Puede escuchar el reportaje o leer la siguiente transcripción.
Halle Zander: Luz Galaviz tenía cinco años cuando pisó por primera vez Estados Unidos. Ha pasado la mayor parte de su vida en el valle del río Colorado, yendo a la escuela entre Glenwood Springs y Parachute.
Luz Galaviz: Fue muy duro para mí en la escuela, aprender un idioma totalmente nuevo, una nueva cultura creo que fue lo más importante, cómo se llevan las escuelas, pedir ir al baño, cosas sencillas que a nosotros no nos parecen gran cosa.
Zander: A pesar de los retos, quería volver a esas escuelas y convertirse en profesora.
Galaviz: Me encantaba trabajar con niños, y verlos aprender algo nuevo era siempre emocionante para mí, como esa lamparita. Simplemente ver a mis alumnos, que son mexicanos o latinos, relacionarse con mi vida y yo con la suya.
Zander: La Acción Diferida para los Llegados en la Infancia o DACA, por sus siglas en inglés, puede proteger a los maestros indocumentados, como Galaviz, de la deportación y darles un permiso de trabajo. Ella lo solicitó en 2012 cuando salió por primera vez, justo cuando se estaba graduando de la escuela preparatoria. No proporciona un camino a la ciudadanía, y sólo dura dos años a la vez, pero ella se sintió privilegiada, en cierto modo.
Galaviz: Realmente me sentí bendecida por tener DACA, porque sé que es más de lo que mucha gente tiene.
Zander: Los beneficiarios de DACA normalmente no pueden viajar al extranjero. Pero a principios de este año, Galaviz se enteró de que la organización sin fines de lucro de defensa de los latinos Voces Unidas estaba organizando un viaje a la Ciudad de México, y que estaba abierto a los beneficiarios de DACA. Sería su primera oportunidad de volver a México desde que llegó a EE. UU. Fue aceptada en el programa de una semana de duración.
Galaviz: Todavía me estoy poniendo al día con mis sentimientos. Realmente no conozco México. Yo también soy mexicana, pero al vivir tanto tiempo en Estados Unidos, hay algo diferente. Cuando se enteran como, ‘oh, eres de México’… Y te preguntan como, ‘oh, ¿vas allí a menudo?’ Y tú simplemente mientes, ‘Sí, voy allí todo el tiempo’, porque simplemente te avergüenzas de no tener un estatus y poder ir y venir.
Zander: Para viajar internacionalmente bajo DACA – y regresar – se te tiene que conceder un permiso de salida anticipado, lo que conlleva riesgos. La aduana aún podría impedirle volver a entrar en el país, pero para Galaviz, valió la pena. Y el 28 de mayo, llegó el momento de volar.
Galaviz: Me desperté alrededor de la 1:30 y mis padres me llevaron. Querían llevarme al aeropuerto. Pasamos por la inspección de seguridad, que era realmente larga. Daba vueltas alrededor. No sé cuántas terminales.
Zander: Galaviz casi pierde su vuelo de Denver a Salt Lake City, aunque llegó tres horas antes. Corriendo hacia la puerta de embarque, con la respiración agitada, la bolsa cayéndosele del hombro, sonríe mientras corre. Durante su escala, Galaviz espera sentada en la puerta de embarque y cierra los ojos para imaginar cómo será México, cómo se sentirá.
Galaviz: Visualizo una sensación de hogar. Es tu hogar, pero al mismo tiempo es un país extranjero para ti.
Auxiliar de vuelo: Nos gustaría darle la bienvenida a Ciudad de México, donde la hora aproximada es alrededor de la 1:30 p.m.
Galaviz: No paraba de repetir: “Estoy en México. Estoy en México. Estoy en México. Esto es México”.
Zander: Caminando por el centro de Ciudad de México cada tarde, recorre las calles, absorbiendo todo lo que ve y todo lo que echaba de menos de cuando era niña.
Galaviz: Quiero saber cómo es esa bicicleta de ahí. Quiero recordar. Y ese poste de ahí también. Y al igual que ver a la gente caminando y los coches circulando y los edificios, me hizo pensar en todas las demás razones por las que la gente se va y por las que mis padres se fueron.
Zander: En los primeros días, Galaviz aprende sobre el trabajo de defensa – cómo hablar con gente poderosa sobre políticas que la impactan directamente, incluyendo al embajador de EE. UU. en México, Ken Salazar, en la embajada.
Galaviz: Vamos a preguntar: “¿Qué nos impide encontrar una solución permanente para los llegados en la infancia cuyo hogar es Estados Unidos?”.
Zander: Habló con el embajador Salazar en sus oficinas. Él asintió con la cabeza mientras ella hablaba, tomó notas diligentemente y le hizo preguntas detalladas sobre sus antecedentes. De vuelta en el hotel, ella dice que él era genuino y agradable. Y sin embargo…
Galaviz: Es más o menos lo que hemos visto día tras día, ¿verdad? Nadie tiene la autoridad. Nadie puede hacer mucho por su parte. Nadie puede realmente darnos una respuesta inmediata.
Zander: Durante los días siguientes, Galaviz habla con otros políticos, abogados y visita diferentes rincones de la ciudad. Ha estado radiante durante todo el viaje, resplandeciente bajo el cielo cubierto de smog. Pero la noche anterior a su regreso a casa, su estado de ánimo cambia. Está muy callada. Por primera vez, me toma por sorpresa: me pide que deje de grabar.
Galaviz: Halle, dijimos que no a la grabación de ésta.
Zander: Los abogados le han dicho que existe la posibilidad de que cuando vuelva a casa mañana, los agentes de aduanas no le permitan volver a entrar en Estados Unidos. Siente la tensión en los hombros y en el pecho, preparándose para otra madrugada en el aeropuerto llena de incertidumbre.
Galaviz: Así que nos despertamos bastante temprano. Eran tal vez las 4:30 a.m. o algo así. Fuimos en coche al aeropuerto. Parecía que el trayecto hasta allí era… parecía que era eterno. Creo que todos estábamos pensando en cómo iba a ser cuando volviéramos. Una vez que aterrizamos, empecé a tener mucho calor. Caminamos por un pasillo muy largo. Caminas una eternidad. Nos sentamos en un consultorio médico. No me hicieron ninguna pregunta, y yo esperaba que me interrogaran a fondo, supongo. Mis padres me recogieron. Querían recogerme y luego nos fuimos a casa. Fue muy, muy dulce volver y poder ver a mi sobrino y a mis sobrinas. Creo que lo que más me preocupaba era no poder volver a entrar y no volver a verlos. Ese habría sido el peor temor para mí.
Zander: De vuelta en Rifle, Galaviz y yo nos encontramos en su salón de clases. Es verano, así que los pasillos están vacíos salvo por los equipos de limpieza que aspiran las alfombras. Volteamos algunas sillas mientras Galaviz considera qué es lo siguiente para ella. Con la posibilidad de que el ex presidente Donald Trump regrese a la Casa Blanca el año que viene, y el Tribunal de Apelaciones del 5º Circuito de EE.UU. considerando la legalidad del DACA, es incierto cuánto durarán sus protecciones actuales.
Galaviz: He visto abogados en el pasado sólo para ver en qué punto del proceso estoy, y podría ser otra visa de trabajo de otro tipo. Quiero decir, podría llevar años. Casi todos los que son latinos o mexicanos, tienen personas o conocen a personas que tienen familias con estatus mixto. Algunos tenemos ciudadanía, otros tenemos DACA. Algunos somos indocumentados. Cada miembro de la familia tiene algo que ver con eso, porque se tarda una eternidad. Todo tarda una eternidad en tramitarse.
Zander: Reflexionando sobre el viaje en sí, Galaviz parece aliviada.
Galaviz: Fue como un viaje muy sanador para mí no haber podido estar de vuelta en México durante 24 o 25 años. Sentí que me había perdido muchas cosas cuando era niña. Sentí que me perdí mucho de mi cultura. Ahora me siento muy poderosa, y me siento muy orgullosa de poder traer de vuelta… compartir con mis estudiantes y como, tener esa pequeña pieza del rompecabezas que necesitaba, ¿sabes?
Nota del editor: Esta es la primera historia de una serie de tres partes que documenta los viajes de los beneficiarios de DACA en México y cómo los viajes podrían cambiar sus vidas en el valle del río Colorado. Este artículo nos llega a través de una asociación con Rocky Mountain Community Radio.
Esta noticia fue traducido en Español por Convey Language Solutions.